viernes, 8 de junio de 2012

Prólogo de "La historia de Kavin - ¿Una razón para morir?"


Melania corría.

La noche era fría y la luna se escondía detrás de unas espesas nubes que lloraban. El frío de la lluvia le calaba la ropa hasta los huesos, pero no le importaba. Sus propias lágrimas se mezclaban con las gotas de lluvia, y el vapor del frío hacía que le doliera respirar. Su corazón palpitaba con un ritmo frenético, haciendo que respirara con más ansiedad.

Melania huía de algo permanente.

Las calles vacías, encharcadas. Una farola apagada que dormía plácidamente. El cuerpo de Melania expulsaba toneladas de miedo que chocaba contra las paredes de la ciudad para volver a penetrar en ella. No conseguía superar la situación. Sollozó con desesperación mientras resbalaba en la acera y lograba sujetarse a una barandilla. Miró a su alrededor, ni un alma había sentido su presencia. Pero entonces detuvo su búsqueda al otro lado de la carretera.

Ahí estaba él.

La lluvia no le hacía efecto. Su pelo rubio bailaba con el viento, pero el agua no conseguía herirlo. Sus ojos, tan verdes, la observaban derramando lágrimas invisibles e imposibles. En silencio podía sentir la desgarradora tristeza que emanaba de él. Los labios entreabiertos. Dio un paso vacilante hacia ella y después otro, lentamente. Melania respiraba con fulgor. Deseaba huir, pero sabía que era imposible. Imposible de verdad.
Tiritaba de frío, empapada. Cada paso que él daba hacia ella, ella lo daba hacia atrás, hasta chocar con el cristal de una tienda. Deseó meterse dentro y cerrar la puerta con llave, pero eso no serviría de nada, lo sabía muy bien.
Él llegó junto a ella. Se le partió el corazón ver su mirada tan cerca, y no pudo aguantar el nudo que se le formó en la garganta. Un rayo descongeló el silencio.

- Lo siento tanto... - susurró Kavin.

Melania rió entre el llanto, casi con sarcasmo.

- Tengo miedo, me muero de miedo... - sollozó.

- ¿Qué? ¿Te doy miedo? Pensé que ya no... que te habías acostumbrado a verme... lo siento...

- No, no me das miedo tú. Me da miedo no volver a verte cuando me despierte mañana por la mañana, porque hayas cumplido tu jodida tarea aquí y hayas encontrado la maldita luz. Por eso tengo miedo, porque deseo morirme para irme contigo.

Melania le besó y un grito hizo que los murciélagos volaran despavoridos. El dolor que la penetró al tocar sus labios fue tan intenso que sintió que se desmayaría cayendo al vacío.

Realmente no era recomendable enamorarse de un fantasma.

lunes, 4 de junio de 2012

Monstruos en las entrañas



No sé si recordarás cuando tenías ocho años, cuando la noche extendía su manto sobre el techo de tu habitación, pintando las paredes de un negro azulado, arrancando cualquier rastro de colores, de formas alegres y vivarachas. 


Pues yo sí lo recuerdo como si fuera ayer. Recuerdo el momento de abrir la tapa de la cama, zambullirme entre las sábanas frescas con olor a detergente floral, y esperar a que mi madre saliera de la habitación cerrando la puerta tras su espalda. Porque era en ese momento cuando una luz de pánico se encendía en mi interior y me sentaba rápidamente en la cama, girándome para subir la persiana y así poder vislumbrar alguna silueta entre la penumbra absoluta. Volvía a tumbarme boca arriba, observando cómo las sombras cobraban vida y se movían suavemente a mi alrededor, juegos de luces procedentes de los coches que circulaban allá afuera, en la calle. El silencio martilleaba mis oídos, siempre, y cuando las paredes decidían reírse de mi, crujían ferozmente, haciendo que mi corazón latiera desbocado durante algunos segundos que se me hacían eternos. 


Podía oírlo: tum-tum, tum-tum, tum-tum, tum-tum. El nudo cada vez se enredaba con más fuerza en mi garganta, y la respiración se hacía más intensa a cada minuto que pasaba. El miedo surgía de mi estómago como un agujero negro que se lo tragaba todo, absolutamente todo. El sueño desaparecía, y con él la poca razón o lógica que podía abarcar con esa edad.

Los monstruos estaban escondidos en el armario. Lo sabía. Siempre lo había sabido.

Cuando mi madre se marchaba ellos me observaban desde la oscuridad. Su lugar preferido era el armario, aunque otras veces los sentía bajo mi cama, arañando el colchón o el suelo. A veces murmuraban, otras se reían con una carcajada histriónica, poniéndome la carne de gallina. Pero cuando se escondían en el armario, raspaban sus puertas, y el sonido era tan espeluznante como cuando rayas un plato con un tenedor.  Yo me quedaba extremadamente inmóvil, tapándome hasta la nariz con la sábana, cerrando los ojos con fuerza y pensando "esto es una pesadilla, esto es una pesadilla". Nunca lo era, y algunos días se marchaban antes, otros se marchaban al amanecer. Los días de calor abrasador, especialmente en los meses de julio y agosto, se volvían más traviesos, y llegaban a golpear las puertas del ropero, formando ruidos secos y estridentes. Una vez despertaron a mi padre, quien entró a mi habitación como una exhalación, a eso de las cuatro de la mañana, y me gritó que por qué diantres no estaba durmiendo, que no era hora de jugar. Le dije que no era yo, que eran los monstruos, que abriera el armario. Por suerte no lo hizo.
Algunas noches de luna nueva, sentía cómo correteaban por el techo, sentía sus piececitos pequeños dar saltitos por las esquinas, y en ocasiones tropezaban con la lámpara del techo, haciendo que se balanceara. 

Nunca miré debajo de la cama, ni abrí las puertas del ropero. El miedo que sentía era tan salvaje, tan atroz, que jamás me atreví ni a planteármelo seriamente. Nunca llegué a verlos, pero sí a olerlos. Cuando se deslizaban por encima de mi cabeza, a oscuras, olía a ceniza. Como si estuvieran carbonizados...


Cuando cumplí los catorce años, ellos desaparecieron. No volví a oír sus susurros, ni volvieron a desgarrar las paredes, ni el armario, ni el colchón. Me sentí libre, y pude dormir, simplemente. Pude dormir, sin interrupciones, sin pesadillas. El terror me abandonó.

Pero... ¿sabes qué? Ahora que soy adulta, que tengo marido y una nueva casa, cuando me acuesto a su lado por las noches, recuerdo aquellos tiempos, cuando era niña, y lo recuerdo tan bien que creo escuchar cómo el colchón se raja bajo mi espalda. Ayer planché algunas camisas de mi marido, y cuando fui a colgarlas en el armario, vi unos arañazos marcados en la madera de la puerta, por dentro. Le pregunté si sabía qué había pasado, que las puertas del armario estaban destrozadas, y me miró con cara de incredulidad afirmando que no sabía de qué le estaba hablando. Cuando subimos al dormitorio, la madera de la puerta estaba lisa y en perfecto estado, pero vi un polvillo azabache en las esquinas del ropero. Pasé un dedo y lo olí. Era ceniza. Me senté en la cama con los ojos como platos e intenté tranquilizarme. 

Creo que han vuelto. O quizás es todo producto de mi mente angustiada. Vuelvo a tener miedo, y creo que los estoy alimentando otra vez. Nutro a mi imaginación de un pánico tan intenso que supongo que me estoy volviendo loca y tengo alucinaciones. 


¿Es eso posible? 


Tal vez esta noche abra la puerta del armario. Quizás así los destruyo para siempre... o puede que al final me destruyan ellos a mi.

miércoles, 30 de mayo de 2012

Primeras palabras

Algunxs me conoceréis por mi otro blog http://leyendasveladas.blogspot.com.es/ en el que actualmente escribo una novela lésbica, Everything is Possible. 

Pero dedicarme tan solo a eso.. no es suficiente.

Pienso tantas cosas durante todas las 24 horas que tiene un día, que necesito escupirlo en algún sitio. Así que hoy, que tenía la tarde libre, me dije "va, voy a hacerme otro blog" y tras unas cuantas horas de photoshop, búsquedas por google, etc etc... aquí está el resultado. La verdad es que no estoy 100% satisfecha con la plantilla, no me convence del todo la libélula gigante de la parte izquierda... pero ya veré si lo arreglo o lo dejo como está. Ahí es donde vosotrxs entráis, me gustaría que me dierais vuestra opinión acerca del diseño (ya que aun no he publicado nada más, claro). 

Y no me enrollo más, que he quedado para ir a hacer un poco de footing o como se escriba, que eso de estar toda la tarde sentada frente al ordenador no es muy sano, así que ¡a perder un par de calorías!

Se me va la pinza, ¿veis? Ya me estoy despidiendo y aún no os he dicho de qué va a ir este blog xD pues mirad, aquí subiré pensamientos, relatos cortos, algunos eróticos que tengo por ahí en el baúl de los recuerdos, también publicaré reflexiones, y quizás algunos poemas. Lo que se me ocurra, vamos. Y si estáis ahí para darme ánimos, mejor que mejor ;)

Y ahora sí que me voy. Os espero!

Mmmmmuuuaacksss! <3